Nuestros productos típicos no son más que un reflejo de nuestra historia. Los romanos nos enseñaron a cultivar el trigo y la vid; los árabes introdujeron los cultivos de huerta, implantaron regadíos y perfeccionaron el cultivo del olivo y la producción de aceite. El mundo cristiano generalizó el consumo de cerdo.
Reflejo de todo ellos son los productos típicos actuales: hortalizas, jamones, chacinas, carnes de pavo y choto, reposterías y nuestro espectacular aceite de oliva. Todo ello criado con esmero con fórmulas heredadas de nuestros antepasados.